Post coitum omne animal triste. -Anónimo, latín postclásico

Tuesday, February 14, 2006

La muerte siempre toma la forma de la alcoba que nos contiene

Como sabe muy bien el culto lector el título de estas notas proviene de un conocido poema de Xavier Villaurrutia, no recuerdo muy bien si de su libro Nostalgia de la muerte. La proposición verbal del poeta se explica en sí misma y prácticamente no admite mayor interpretación. Lo que aquí y ahora quiere ser objeto de reflexión es el asunto de la muerte como obsesión de los escritores y tema respecto al cual ningún humano es ajeno. El pensamiento de la muerte, decía Alberto Savinio, es el pensamiento mismo. ¿Habrá un día a lo largo de nuestra existencia que no se nos haga presente?
Pero no sólo los poetas han intentado develar el misterio indevelable. También los científicos, y mejor cuando saben escribir. Es el caso del doctor Francisco González Crussí, mexicano, patólogo, que vive en Chicago y es profesor de patología en la universidad de Northwestern y jefe de la División de Anatomía Patológica del Children’s Memorial Hospital. Me parece que nació en 1939, pero imperdonablemente Humberto Musacchio no incluye a González Crussí en su Milenios de México, y no lo puedo corroborar.
Y es que González Crussí es uno de esos mexicanos más conocidos y reconocidos en el mundo que en su propio país, acaso porque en casa no hemos sabido valorarlo. La mayor parte de sus libros están en inglés y en francés y apenas uno de ellos, Notas de un anatomista, cuya primera edición en inglés es de 1986, se dio a conocer en México, publicado por el Fondo, en 1990. Se le ve allí a González Crussí la buena pluma:
“Era un indio mestizo estadounidense, miembro de no sé qué tribu. Dos estudiantes, un asistente del depósito de cadáveres y yo nos esforzamos arduamente por largo tiempo para lograr arrastrar su cuerpo a la mesa de autopsias. Ya colocado en ésta, su cuerpo de oso rebasaba los lados de ella, y sus brazos colgaban como dos robles talados, más gruesos que los muslos de una persona promedio.”
Se ve de inmediato que sabe describir como un novelista experto. Así lo hace cuando habla de que en Canadá una vez realizó una autopsia de un tal Orlando que, víctima de un hachazo, acababa de ser cortado a la mitad.
No deja de ser extraño escuchar —porque lo que escribe es tan resonante como plástico— a un profesional de la muerte (por decirlo así) que vive y trabaja entre cadáveres emitir algunos pareceres sobre el eterno tema. En Notas de un anatomista, que prologa el doctor Ruy Pérez Tamayo con gran devoción y admiración por su colega y amigo, González Crussí se ocupa del embalsamamiento, el problema de la gemelidad (los cuates, los gemelos), los muertos que siguen viviendo, algunos apéndices del cuerpo humano, la miasis, el cuerpo visto desde afuera, los muertos como un oficio, el maltrato de los niños, la teratología y los órganos genitales masculinos.
Aunque parezca un caso de justicia editorial tardía, no hay que escatimarle méritos a la editorial Verdehalago (y a Alfredo Herrera Patiño) que se ha esmerado en dar a conocer en México los otros libros importantes de Francisco Gonzalez Crussí: Mors repentina, traducido magistralmente por Verónica Murguía. Hay otros textos en el catálogo de Verdehalago, como Día de muertos y Los cinco sentidos, pero particularmente en éste, Mors repentina (o “muerte súbita”, yo diría) se va director sobre la muerte. (Me dicen que hay otro libro suyo catalogado: Partir es morir un poco, su autobiografía, publicado por la UNAM.)
“La muerte es en esencia incontemplable, impensable y se encuentra más allá de toda posibilidad de descripción”.
Se podría decir que la única trama, o el único argumento, de González Crussí en todos sus libros es la muerte. Pero cuando desarrolla su “ensayo sobre tres formas de muerte repentina” se siente que toca fondo. ¿Cuáles serían las tres maneras de la muerte súbita?
Por un rayo, por asfixia, por no sabemos qué.
Curiosamente el rayo puede no venir de arriba. Sino de abajo, como fue el caso de varios adultos hallados en los laberintos del sistema de transporte subterráneo de Nueva York y fueron llevados al depósito de cadáveres. Vagos. Personas sin hogar. Teporochos. Puesto que se les encontró sobre o cerca de las vías, feamente mutilados, cabía la hipótesis del suicidio o del homicidio. Todo era muy raro, porque estos marginados se movían por el sistema subterráneo como peces en el agua. Pero aún así un hallazgo anatómico común a todas las víctimas aclaró el mecanismo de sus muertes: el pene de cada uno de ellos estaba totalmente carbonizado.
Habían estado defendiéndose del frío dándole sorbos frecuentes a sus botellas de licor. Dado que la libación frecuente y la temperatura ambiente fría estimulan la función urinaria, tal vez desde arriba de la plataforma soltaron sus chorros de orina que formó un arco continuo desde sus vejigas hasta las vías del metro. Y en el instante en que el chorro tocaba las vías, los miles y miles de voltios de electricidad necesarios para transportar a toda la gente de Nueva York encontraron un camino alternativo en el líquido rico en sal y fluyeron en una fracción de segundo hasta los cuerpos de los incautos mendigos.
Diagnóstico: fulminados por un rayo, bajo tierra.
En sus ideas sobre la muerte por asfixia, González Crussí piensa en el aire y su relación son la vida y con la muerte.
“Nuestra vida es como el viento, transitoria e insustancial.”

1 Comments:

Blogger Alfredo Herrera Patiño said...

Leer a González Curssí es un gozo mayor. En cuanto a los méritos de Verdehalago, quizá sólo sean equiparables a los del mesero atento que lleva el manjar exquisito. Lo importante son los autores, en este caso González Crussí, todos los demás, traductora, editor, impresor, y etcéteras varios, parásitos de él. Claro, después los lectores...

De cualquier manera gracias.

Para completar la ficha, hemos publicado:
Días de muertos y otras reflexiones sobre la muerte, tr. de Leticia García Urriza; Los cinco sentidos, tr. de Verónica Murguía; Sobre la naturaleza de las cosas eróticas, tr. de Leticia García Urriza; Mors reprentina, que comentas; vienen, Animación suspendida, tr. de Pura López Colomé y Venir al mundo y otros ensayos sobre el inicio de la vida mundanal, escrito directamente en español por el doctor. Preparamos Hay un mundo en otra parte, su otra autobiografía y tradujo Discurso a los cirujanos de Paul Válery.

Saludos y parabienes

4:49 PM

 

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